Pues eso, que no cabíamos en casa y parió la abuela, y hemos adoptado a un lindo pingüinito antártico que se había perdido de su colonia.
Seguro que con sus "lindos trinos" y sus pestilentes defecaciones acompañan la soledad de estas dos viejitas tontorronas. Eso sí, le pondremos un Dodotis para que no nos manche la costura.
Besos.
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