Hasta siempre Pepa

Mi amiga Pepa ha muerto. Mi amiga del alma. De pronto, como de un pistoletazo en la sien, sin previo aviso, sin dar quehacer a nadie, solita en su casa. Mi Pepa. Las paredes de mi casa están tapizadas de bordados que me hizo, mi memoria está saturada de momentos vividos juntas, de risas, viajes, horas de costura compartidas ¿qué haré para que los recuerdos no me causen dolor y para no llorar cuando vea sus bordados? ¿cómo rellenaré las muchas horas que echábamos al teléfono? Ella cuidaba de mí y yo de ella, era mi amiga ¿entendéis? era mi amiga ¿qué haré para tragarme esta desolación, esta penita negra que se ha instalado como en su casa en mi alma? ¿qué será de su perrito, su Pancho, sin ella? ¿ha sufrido en su último momento? ¿ha sabido que acababan sus días? Un momento antes me estaba explicando por teléfono cómo hacer el granny square espiral; me fui con mi alumno y cuando volví ya no cogió los teléfonos; en algún momento de esas horas su corazón dejó de latir y Pepa desapareció de mi vida para siempre; nunca la veré ni la escucharé, no sabré si sabía cuánto la quería, ya sólo existe en el recuerdo de los que la quisimos. Sé que algunas rezáis; yo dejé de hacerlo hace mil años y no puedo creer en dioses; pero por favor, rezad vosotras por ella, hacedlo... si hay un dios quiero que la trate como se merece. Mi Pepa por dios, se me ha ido mi Pepa.